viernes, 29 de marzo de 2019

Y resulta que un accidente me ha cambiado la vida, para bien.

La vida Sigue siendo una movida.
Y aquí seguimos más cojo, más sabio, más consciente de todo.
La realidad es que todo cambia nada permanece. Tan real que asusta. Y sin embargo quizá sea la lección más importante que nos toca aprender. Vivir cada momento como si no hubiera otro es realmente vivir.
El cuerpo se deteriora, eso es inexorable. A mi me ha tocado con un accidente que le vamos a hacer. Sin embargo, el cuerpo es sólo un instrumento más. Lo que somos sigue estando ahí en toda su plenitud. La identificación con el cuerpo, con nuestra mente sólo genera más sufrimiento. Quizá este haya sido el verdadero aprendizaje u oportunidad de la lesión. Que no es otro que aprender a eliminar el ego de mi vida y a vivir desde la presencia del testigo, el observador o veedor de uno mismo. Ese paradigma a la que tantas corrientes espirituales orientan su vida. La búsqueda de uno mismo.
Ese vamos a llamarlo estado del ser, vivir desde el nivel del alma, desde el yo profundo, desde el nivel de la mente superior. Es el verdadero objetivo de la vida, mucho más que cualquier meta deportiva o material. Implica trascender las cirscusntacias personales de cada momento de la vida, para alcanzar La Paz, la serenidad, el amor en vez del miedo. Y desde ese anclaje reflejar todo cuanto sucede siendo más consciente de todo. Hace ya unos meses que aprendí que aceptar es la clave de todo. Aceptar es no juzgar, es vivir cada momento sin dejar que la mente sea el dueño de lo que sucede, eso implica ser no ser pensado. Actuar en vez de pensar y desde la acción ser más pleno, porque actúas desde el corazón sin dar tiempo a que la mente dicte el camino. Vivir y actuar a través del corazón es lo que realmente somos y hemos sido siempre; pero la memoria, el pasado, el recuerdo de los actos y creencias que hemos vivido lo ha condicionado todo de tal manera que nos ha quitado nuestra esencia. Actuamos desde el nivel de la mente egoísta y claro sólo refléjanos miedo cuando lo hacemos.
Así que año y 9 meses después del accidente me ha cambiado mucho la vida, y aunque estos temas concienciales o espirituales parecen que se alejan de la realidad diaria o simplemente son pura teoría yo simplemente voy reconociéndome cada día un poco más observándome primero a nivel interno (mis sentimientos, mis emociones, mis pensamientos, mi cuerpo) y desde esa observación encuentro más serenidad y más paz en todo lo que hago.
Por supuesto que permanecer siendo observador de uno mismo, no es algo constante se pierde continuamente pero ya sabiéndolo; asumes la responsabilidad de cada momento, intentando no juzgar todo si no simplemente ser. Y que gran alivio. No lucho contra las situaciones intento aceptarlas y ya no las veo como un sufrimiento o una carga, sé que es mi responsabilidad como afronto y veo todo. Y resulta que poquito a poco va llegando cada vez más alegría a mi vida.
La tristeza, la introversión va dando paso a la alegria y a sentirme cada vez más consciente de todo. Más unido a todo.

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